Chávez o no Chávez
Por: Francisco Diez-Canseco Távara
La agonía de Hugo Chávez –ni sus seguidores creen que se encuentre en proceso de convalecencia– ha puesto en evidencia, en forma descarnada, la esencia antidemocrática y absolutista del gobierno que lidera.
Está claro que la juramentación popular realizada el 10 de enero, que sustituyó aquella de carácter constitucional que debió protagonizar el propio Chávez, constituye una nueva jugarreta para perennizar a su partido en el poder. Ha contado con el aval directo de tres presidentes marxistas electos al amparo de sus respectivos sistemas democráticos.
Ollanta Humala ha buscado una fórmula intermedia: programar un coincidente viaje a Cuba para estrechar relaciones cuando, a todas luces, el propósito subyacente no es otro que el de expresar sus simpatías personales a Hugo Chávez, si es que logra llegar a su lado. En todo caso, se va a encontrar ahí con Cristina Kirchner.
Tal es la grave contradicción de la democracia: su sentido libertario y participacionista permite que sus propios enemigos la utilicen para destruirla aunque, en otros casos, puede también generar una inducción positiva, como ha ocurrido, según parece, en el caso de Humala.
En cuanto a Venezuela, las palabras amenazadoras del vicepresidente Maduro –que nada ha madurado–, la “interpretación” del Tribunal Supremo de Justicia zurrándose en la Constitución en cuanto a la necesidad de la toma de mando de Chávez y la permanente mención al papel clave de las Fuerzas Armadas en la “revolución bolivariana”, definen claramente las reglas de juego del escenario post Chávez.
Va a ser realmente muy dura la recuperación de la democracia en Venezuela. Pero no imposible, como lo demostró la caída de las dictaduras comunistas de Europa del Este y lo ha exhibido, a costa de muchas vidas, la primavera árabe, durante la cual Hugo Chávez apoyó a los déspotas y genocidas de Libia y Siria.
Así como la izquierda marxista latinoamericana ha cerrado filas, de una u otra forma, con Chávez, los demócratas del continente debemos repudiar la farsa venezolana con todos los mecanismos internacionales posibles.
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