Liberalismo caviar
por Eugenio D'Medina Lora
Hace años llegué a concluir que los peores enemigos del liberalismo en el Perú no son los socialistas, sino varios de los propios liberales. En ese momento, identifiqué a los libertarios "todo mercado" y anarco-capitalistas como los que desnaturalizaban el mensaje del liberalismo clásico al circunscribir todo el rico bagaje liberal exclusivamente a la lógica del libre mercado.
Pero últimamente ha aparecido otro filón de liberales (¿?) que, sin ser anarquistas, creen ilusamente que los problemas internacionales se resuelven desarmando los ejércitos o que fenómenos como el terrorismo se solucionan con una Biblia y una vieja Constitución en la mano. Ven las relaciones internacionales como un ejercicio de gritar los goles del oponente y consideran que las mismas condiciones de la paz valen para la guerra, desconociendo por ejemplo que Inglaterra, cuna del liberalismo clásico, es un país armado para la guerra y donde si aparece una amenaza terrorista, disparan primero y ni preguntan después.
Estos liberales cuestionan desde las Fuerzas Armadas hasta las acciones de Estado tomadas contra el terrorismo maoísta en los 80 y 90. No entienden de contextos especiales y habrían esperado seguramente que el propio Winston Churchill le enviara flores a Hitler pidiéndole que, "porfis", no bombardeara Londres. Creen que ser liberal, como ser demócrata, implica actuar siempre igual desde el gobierno, independientemente de los peligros concretos y específicos que amenazan una nación en un momento dado.
Para ellos, se es más liberal solo cuando se protege a la libertad en estado puro, descontextualizada. No quieren ver que, precisamente, defender esa libertad implica actuar, muchas veces en el mundo real, con firmeza y sin vacilaciones contra los enemigos que, de otro modo, nos esclavizarían bajo los peores totalitarismos. Aman los fines, pero reniegan siempre de los medios.
Liberales de coctel, pertenecen a una especie de nueva estirpe a la que se podría llamar "liberalismo caviar". Escriben artículos y libros de ligero peso intelectual o buscan la foto en cuanto evento se apunten con los que consideran sus tótems. Se reparten lisonjas por doquier, algunos toman altos puestos en universidades y otros terminan escribiendo en diarios de izquierda. Porque esa es la última: proclaman que, "como verdaderos liberales que son", están cerca de lo que llaman, delirantemente, la "izquierda liberal" (¿?).
Seguramente, en la siguiente edición del Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano se incluirá un nuevo capítulo que les haga justicia a estos nuevos personajes, empezando por uno de sus autores.
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