EMBAJADAS “AL ROJO VIVO”
por Mar Mounier / @elhigadodmarita
Y seguimos con lo bueno. A un embajadorcito más rojo que tomate fresco y elegido a dedo por Ollanta, no se le ocurrió otra maravilla que recibir -como si fuera su casa- a un grupo de ex reos terroristas (léase hoy santitos miembros del MOVADEF. el brazo político de esa banda de asesinos llamada Sendero Luminoso) en la embajada de Perú en Argentina. La “reunión” se habría realizado para “debatir” “pacíficamente” sobre su sangrienta ideología y tomarse unos matecitos con harta pimienta cayenne.
Luego de tan “honorable” visita, los terrucos no tuvieron otra idea que dejar sus colorados autógrafos en la mismísima fachada de la embajada peruana, con pintas alusivas a su cabecilla: el inmundo asesino confinado como rata en una jaula hecha a su peso y medida, Abimael Guzmán.
Hemos observado por años a impresentables como Diego García Sayán, Sofía Macher y toda recatafila de caviares vende-humo, abogar por la “reinserción” de estos facinerosos enemigos del estado. Con la actitud demostrada por estos delincuentes vemos hoy -para nuestra desgracia- que el terrorista es siempre terrorista y que de “reinserción”, “arrepentimiento” y “perdón”, naranjas huando. El accionar de estos mequetrefes tira por la borda todo el discursete pro derechos humanos creado y utilizado hábilmente para justificar el apoyo y protección desmedida de parte de los caviares, sushueveras y anchovetas, a estos parias.
Sabido es que muchas ONGs “pro derechos humanos” no son más que centros de tráfico de los derechos que gritan defender, donde los únicos beneficiados han sido asesinos terroristas. Así, las víctimas reales, los deudos de la barbarie, no han recibido jamás ningún tipo de ayuda de estos embaucadores, a no ser que claro, el hacerlo les rinda buenos réditos.
Pero regresando a nuestro personaje, el otrora ministro de educación durante el gobierno del cholo Toledo; al rojimio Nicolás Lynch, no se le ocurrió otra brillante salida para justificar su deplorable accionar que argumentar que “la embajada es la casa de todos los peruanos” y que “hay que dejar que la gente se manifieste”. ¡Vea usté eso!
Oiga usted, probado señor hincha de la ensalada de rábanos, para no recibir a otrora presos por terrorismo sólo se necesitaba el sentido común y dos dedos de frente. Las embajadas del Perú son efectivamente la casa de todos los peruanos, pero jamás centros de proselitismo político, mucho menos están a disposición de delincuentes terroristas que en su momento hicieron lo posible e imposible por destruir al estado y a la democracia peruana. “Dejar que la gente se manifieste”, “gente” sí, criminales no. Si su intención era homenajear a esa gavilla de indeseables, para eso tenía su casa. Allí, si quería, se ponía usted a bailar con toda esta inmundicia la danza de “Zorba el Griego” calato, pero no ensuciaban con semejante afrenta el lugar que todos los peruanos le hemos encargado cuidar, honrar y administrar.
Ollanta se quedó calladito. La presidenta, habló hasta por los codos pero no dijo nada. Tal parece que quienes gobiernan no están en palacio sino en embajadas, ministerios y cortes. De otro lado no se explica cómo el presidente no haya salido a dar la cara y “lynchado” a semejante confundido, antes de largarlo definitivamente de la casa de todos los peruanos. Ya renunció Lynch. No basta con la renuncia. Que pida perdón a la patria por tamaña infamia.
Se extiende la misma exigencia al embajador de Perú en México, que permitió el embanderamiento con apología de Sendero Luminoso en la sede por parte de más delincuentes. Señor Manuel Rodriguez Arriaga, váyase usté a su casa.
Les quedó grande a ambos la chapita de “embajadores” ¿O será que se confundieron y pensaron que los nombraron embajadores de la terrucada?
Hepabionta a la vena…
la hígado.
Autora: Mar Mounier.
Foto: diario El Comercio.