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Isaac y Antauro, dos tipos de cuidado

Hace muchos años atrás, a quien pecaba de idiota, se le endilgaba el adjetivo de patoso, ñoño, memo, gaznápiro, hasta ganso o babieca. Seguramente había razones justificadas para ello. Hoy todas esas palabras agraviantes han pasado al olvido, aunque algunos todavía suelen exclamar: papanatas, simplón, mentecato o simplemente borrico. Esto no reza para Antauro Humala. Le resulta más fácil tratar de "cojudos" a los ciudadanos, con o sin uniforme, que no piensan ni actúan como él. Así se hayan perpetrado delitos graves o se hagan malabares con artificios leguleyescos para evadir el mandato de la ley.

Pruebas al canto. Durante los luctuosos sucesos registrados el 11 de enero del 2005 en la Comisaría de Andahuaylas, atacados por sorpresa por francotiradores, perdieron la vida cuatro policías que buscaban restablecer el orden. Para Antauro Humala, cabecilla de la violenta revuelta, murieron "por cojudos". Es de imaginar, siguiendo tan absurdo criterio, que también fueron tales los cinco policías que resultaron heridos y los 17 agentes que terminaron en la condición de rehenes, mejor dicho secuestrados. Todo por defender el estado de derecho ante la intentona de quien, conjuntamente con sus secuaces, pretendía desconocer la investidura constitucional del presidente de la república de entonces. Y traerse abajo la gobernabilidad de un país, que después de haber sufrido los excesos de una autocracia criminal, trataba de vivir en democracia, bajo un sistema politico en el que se respetara la dignidad de la persona humana.

El desprecio por la vida ajena fue palpable en esos trágicos momentos. Los policías fueron victimados a traición. Según las expresiones del cabecilla y de sus cómplices se había logrado asesinar "a cuatro perros". Habla cercanamente parecida a la banda terrorista del senderismo, que acostumbraba a graficar sus crímenes recurriendo a esos términos, colgando en los postes, además, los cadáveres de dichos animales. Según Abimael Guzmán, en tales salvajadas, no se dieron delitos de lesa humanidad, todo era consecuencia de un movimiento insurgente de carácter político. Según su insanía una simple sedición. 

Esto mismo ocurre en estos momentos con Florindo Eleuterio Flores Hala, más conocido por el apodo de "Artemio", quien se encuentra acusado de terrorismo agravado, tráfico ilícito de drogas y lavado de activos. El colegiado C de la Sala Penal Nacional lo juzga como responsable del asesinato de más de 150 personas, durante sus correrías senderistas por el valle cocalero del Alto Huallaga. Ante la gravedad de los delitos el Fiscal ha solicitado cadena perpetua y una reparación civil de 10 millones de soles. Pero el alegato de "Artemio" ha sido de lo más patético. Dice que solo se le puede acusar de haber cometido un delito político. En consecuencia, se puede concluir con tales manifestaciones y siguiendo la ruta "pensante" de Antauro Humala, que tanto Abimael Guzmán como "Artemio"  no son "unos cojudos". Lo serían, en contrario, quienes condenan el terrorismo, la violencia criminal, los atentados al Estado de Derecho, quienes aspiran a una vida en donde los valores y los principios de la democracia sean los ejes de la paz y la justicia social.

Con estos antecedentes llama la atención, por eso, que pudiera ser cierto que el magistrado Fernando Calle haya introducido una propuesta de resolución ante el Tribunal Constitucional, que declara fundado un recurso de hábeas corpus presentado por la defensa de Antauro Humala, según el cual éste no ha perpetrado los delitos de secuestro y asesinato, sino más bien el de sedición. A estas alturas Calle ha tratado de desmentir tal trascendido. Ha expresado que defiende la institucionalidad jurídica, pero dejando en el aire una respuesta firme sobre el fondo del asunto.  Sin embargo, ante la posibilidad de existir la iniciativa, Isaac Humala, abogado tras bambalinas de Antauro, la aplaude por anticipado y para sustentarla ha declarado que quienes están en contra, en realidad no pasan de ser personas bien intenciados, que no conocen la Constitución Política y, al fin y al cabo, ignorantes, entre ellos jueces, fiscales, abogados y cuantos han intervenido en el proceso de la matanza ocurrida hace siete años en Andahuaylas. Proceso, que debe recordarse, concluyó en la Corte Suprema, con una sentencia de 25 años de prisión, posteriormente rebajada a 19 años, al pago de una reparación civil de 100 mil soles para el Estado, de 280 mil soles para la familia de las víctimas y de 3 mil soles para cada secuestrado.

Ojalá que lo del proyecto de resolución no sea verdad. Calle quedaría mal parado por participar en la armazón de un tinglado para un "cojudeo" incalificable, que eso significa sacarle la vuelta a la ley. Y lo que es peor, si le hacemos caso al "pensamiento" de Antauro e Isaac Humala, eso significaría promover en nuestro país, una justicia que debe ser ciega y muda y que termine siendo "cojuda", tal como anhelan los corruptos, los narcotraficantes, los terroristas, los delincuentes en general.