No al comunismo chavista
POR: FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
Hugo Chávez terminó por quitarse la careta. Definitivamente, su objetivo político es establecer en Venezuela un régimen totalitario de ideología marxista leninista. Dudar de esa verdad es una tontería. La oposición democrática no puede seguir perdiendo el tiempo discutiendo la esencia del régimen chavista. Continuar preguntándose, cómo ha ocurrido hasta ahora, si el gobierno de Hugo Chávez es una autocracia, una dictadura militar, una democracia imperfecta, en la cual se preservan algunos espacios de libertad como las elecciones o el derecho a opinar con algunas limitaciones, o cualquier otro régimen político, es demostrar no haber entendido a profundidad la estrategia que ha venido aplicando el chavismo desde que alcanzaron el poder en 1998. El socialismo del siglo XXI es el camino para imponer un régimen similar a la revolución cubana.
La estrategia de Hugo Chávez tiene varias líneas de acción: preservar la vía electoral como base de su legitimidad; mantener, a todo trance, el objetivo estratégico de establecer un régimen comunista; retroceder en los objetivos tácticos si se observa una fuerte resistencia en los oponentes; considerar al tiempo como un factor no determinante. Estas líneas de acción han sido aplicadas con gran éxito al ir acompañadas de una total falta de escrúpulos, que le permite utilizar el poder sin límite alguno, sean estos morales, constitucionales o legales. Yo nunca he creído que Hugo Chávez sea realmente marxista leninista, ya que su formación filosófica es bastante elemental e insuficiente. La verdadera razón por la cual quiere establecer un gobierno a lo cubano en Venezuela es una sola: su ambición de permanecer eternamente en el poder.
Hugo Chávez se encuentra en un complicado dilema: necesita apresurar el paso para lograr establecer un sistema comunista en Venezuela. Entiende que tiene dos importantes amenazas que pueden hacerlo fracasar: la enfermedad, que por más que trate de esconderla está a la vista; y la progresiva caída de su popularidad por el cansancio de su imagen y la ineficiencia de su gobierno. La única solución que le ha encontrado a ese dilema es el establecimiento del Estado Comunal para de esa manera debilitar a las gobernaciones y alcaldías y reemplazar el voto universal, directo y secreto por una consulta asamblearia; penetrar ideológicamente el sistema educativo con la aplicación de la Directiva N 58 del Ministerio del Poder Popular para la Educación y terminar de consolidar su control sobre la Fuerza Armada Nacional.
Muchos sectores de la oposición democrática se encuentran desmoralizados por la reciente derrota electoral. Esta posición se resume en una frase: "no voy a votar más". La discusión surgida entre aquellos que consideran imprescindible denunciar las grandes deficiencia ocurridas en las elecciones del 7 de octubre y los que creen de buena fe que señalar esas triquiñuelas puede producir un fenómeno abstencionista que nos conduzca a una nueva derrota en las elecciones para gobernadores, no ayuda en el reto que tiene la oposición: consolidar el número de gobernaciones actualmente bajo nuestro control y lograr ganar en varias más. La presencia de Antonio Ledezma en la coordinación de la campaña electoral ha empezado a influir de manera muy trascendente en el incremento de la fe en amplios sectores de oposición.
De todas maneras, es imprescindible que los líderes de la oposición democrática, en particular los candidatos a Gobernador, convenzan a los amplios sectores de oposición que se van a crear suficientes controles para evitar los abusos del oficialismo, del PSUV, de algunos funcionarios del CNE y de la Fuerza Armada Nacional. Esto no es sencillo. Si durante las elecciones presidenciales se cometieron todo tipo de irregularidades, tenemos que convencernos que durante los comicios para Gobernador se repetirán incrementados de mil maneras. De allí que evaluar con precisión y realismo las deficiencias que tuvo la organización electoral de la oposición es muy necesario. Es la única manera de que los distintos gobernadores con sus equipos de campaña puedan preparar las acciones que deben realizar para hacer respetar la transparencia electoral.
Hay un punto que debo señalar: en el voto de cualquier ciudadano de mentalidad democrática no debe intervenir la simpatía o el rechazo que se pueda tener por un candidato a Gobernador de la oposición. Si usted considera que su gestión es eficiente y conveniente para los intereses de su Estado debe, sin lugar a dudas, votar por ese candidato. El problema surge cuando usted rechaza la gestión y la figura no le agrada. En este caso, debe influir un compromiso de conciencia. Usted debe conocer que en estas elecciones no solo hay que considerar las condiciones del candidato ni los intereses del Estado, sino que hay que considerar que las gobernaciones, en las cuales se logre triunfar, se transformarán en la línea de defensa al intento de Hugo Chávez de imponer un régimen comunista. Voten por sus hijos y por sus nietos.
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