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Fuente/Source: elmundo.es



La batalla por Lima




Los disturbios por el control del mercado.| Reuters
Foto Referencial


por Martín Santiváñez Vivanco / @viejoreino 


"Dos civiles muertos, 132 heridos (entre ellos, más de 90 policías) y la creciente sensación de que en semejante 'operación' no había ni táctica, ni estrategia, sólo voluntarismo sesgado y un profundo desconocimiento de la realidad nacional"

Lo que ha sucedido en Lima los últimos días es digno de Macondo. El jueves pasado, la municipalidad, liderada por Susana Villarán, la primera alcaldesa elegida por sufragio directo en la historia de la ciudad, decidió bloquear con barreras de concreto los accesos de camiones al macro-mercado de La Parada, con el fin de forzar el traslado de los comerciantes al nuevo mercado de Santa Anita.

La violencia desatada por las mafias que controlan uno de los tugurios más peligrosos de Latinoamérica alcanzó proporciones dantescas. 1.500 policías se desplegaron a las 2:30 de la tarde para la operación de bloqueo. A las 5 pm, los policías, derrotados, y soportando el fuego de los sicarios contratados por los comerciantes, tuvieron que replegarse mientras se iniciaba un saqueo sistemático de los negocios de la zona.Dos civiles muertos, 132 heridos (entre ellos, más de 90 policías) y la creciente sensación de que en semejante "operación" no había ni táctica, ni estrategia, sólo voluntarismo sesgado y un profundo desconocimiento de la realidad nacional.

Porque el mercado de la Parada es legendario entre los limeños. Históricamente, no sólo ha sido un foco de delincuencia. También se desempeña como base de un monopolio que impide organizar el comercio mayorista de la ciudad. Se trata de una red informal absolutamente consolidada, por todos conocida. Así las cosas, ¿por qué esta operación fue planificada de una manera tan lamentable? ¿Es que acaso no se esperaba la respuesta violenta de la mafia organizada de la Parada? La culpa por la pobreza del operativo, como es obvio, corresponde a las autoridades. Aunque al final se haya cumplido con el objetivo (tras dos muertes más ocurridas el sábado en la maniobra final), el derramamiento de sangre se pudo evitar.

Porque no es la primera vez que una operación de esta envergadura se lleva a cabo en la Ciudad de los Reyes. En 1997 miles de "ambulantes" (vendedores de la calle) fueron desalojados de la Avenida Abancay sin cadáveres de por medio. En 2007 las más de 150 hectáreas de informalidad del mercado de Santa Anita fueron desalojadas por 7000 efectivos de la Policía, en una operación coordinada por el gobierno central de Alan García. La Alcaldesa ha hecho bien al imponer el principio de autoridad contra viento y marea. Con todo, para llegar a este punto, muchos errores fueron cometidos. Es incomprensible la mala coordinación entre la municipalidad y la Policía (la Alcaldesa llegó a decir que la operación estaba "perfectamente planificada" y cuando se inició ella estaba en Nueva York) ya que es indefendible avalar operaciones de dudoso éxito en un lugar sensible de la capital.

Con todo, lo realmente grave de todo este asunto es que ha sido la gestión de la alcaldesa Villarán la que ha contribuido a provocar este desenlace. Al llegar al poder, tenía al 90% de los comerciantes a favor del traslado al nuevo mercado mayorista. La alcaldesa le dio largas al traslado asegurando que era necesario construir más pabellones y que ella se haría cargo. Tras dos años en los que, según todas las encuestas, el 70% de los limeños rechaza su gestión, la alcaldesa Villarán inauguró el mercado mayorista de Santa Anita sin haber construido ningún pabellón más, pese a presupuestar 26 millones de soles para tal fin.

En esos dos años, los comerciantes se organizaron y amotinaron aprovechando que la Alcaldesa subió la tarifa de alquiler de los puestos (y luego la bajó), e intentó cobrar tarifas para que los minoristas ingresasen al mercado (un proyecto sin soporte técnico). Estas idas y venidas administrativas, fruto de la pobreza gerencial y la ausencia de proyecto de gobierno, fortalecieron al monstruo mafioso- delincuencial que exigió una cuota de sangre antes de capitular.

Susana Villarán se enfrenta a la revocatoria de su mandato. Es probable que los limeños se inclinen por despedirla, sin pena ni gloria. Sin embargo, de permanecer en el cargo, haría bien en cambiar el voluntarismo ideológico que la caracteriza por una aproximación técnica a los problemas de Lima. Sí, la alcaldesa haría bien en recordar que la falta de estrategia conduce a largas batallas. Y en ellas son los ciudadanos los que tienen todo por perder.


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