Héroes del Perú
El Búho rinde homenaje a los valientes que ponen el pecho enfrentando al terrorismo.
Este Búho rinde homenaje a los valientes que ponen el pecho enfrentando al terrorismo. A los mártires de la Policía y el Ejército que acaban de ofrendar su vida en la recóndita selva del Cusco. Como la capitana PNP Nancy Flores Páucar, los suboficiales EP Juan Navarro Calle y Constantino Ramos Beteta, y el suboficial PNPLander Tamani Guerra. También los policías desaparecidos en combate José Astuquilca Vásquez y César Vilca Vese, cuya búsqueda no debe terminar hasta que sean hallados.
Los numerosos heridos y todos los que en este momento siguen arriesgándose, persiguiendo a los criminales, también merecen nuestro eterno reconocimiento. A estos bravos hombres y mujeres el Perú jamás podrá terminar de agradecerles, pues lejos de sus seres queridos y en las condiciones más extremas se la juegan, segundo a segundo, para que el resto de peruanos podamos continuar con nuestras vidas.
El caso de la oficial Nancy Flores me parece especialmente conmovedor, pues se trata de una mujer valiente, aguerrida y emprendedora que encarna lo mejor de nuestro país. Esta limeña iba a cumplir 33 años el 14 de julio y formaba parte del reducido grupo de 12 mujeres de nuestra Policía capaces de manejar helicópteros. Precisamente, murió baleada cuando iba de copiloto en su nave en Cusco, buscando a los secuestrados del proyecto Camisea, en una zona extremadamente peligrosa, donde los narcoterroristas se mueven como en su casa.
Luego de ingresar a la Escuela de Oficiales de la Policía, sus deseos de superación la llevaron a Fort Rucker, en Alabama, Estados Unidos, donde estudió para piloto. Fue escolta de la ex primera dama Eliane Karp y manejaba helicópteros donados por Estados Unidos para la lucha antidrogas en las zonas de más alto riesgo, donde la muerte te puede llegar en cualquier momento. Jamás dijo “no” cuando se le encargaron las misiones más peligrosas.
“Era tan valerosa que hacía el mismo trabajo que los policías varones más arrojados de la institución”, dijo al borde de las lágrimas uno de sus colegas en su entierro. La semana pasada debía volver a Lima pero, comprometida con su trabajo, no lo hizo ante el secuestro de los 36 trabajadores, en cuyas labores de búsqueda participó desde el principio.
Por su heroica muerte, se le acaba de conferir el ascenso póstumo al grado de mayor, y una calle del Cusco, donde entregó su vida por el Perú, llevará su nombre. A las familias de esta oficial y de todos los héroes caídos en acción ningún homenaje podrá devolverles a sus seres queridos y ninguna palabra de apoyo servirá de consuelo a su terrible dolor, pero deben saber que todo el Perú se siente en deuda con ellos.
Ojalá que el Estado, una vez pasado el calor del momento, no se olvide los deudos, de los padres, de las esposas, de los hijos que perdieron a lo más valioso que tenían y que, como en tantos otros penosos casos, se vean obligados a mendigar durante años una pensión que deberían obtener en el acto. No pongamos a las familias de nuestros héroes en esa situación tan penosa que, en realidad, nos humilla a todos.
El primer paso para derrotar a las lacras que infectan a nuestro país es reconocer y velar por nuestros héroes y sus seres queridos. Apago el televisor.
