La suciedad de los poetas muertos - Álvaro Vargas Llosa, y su cohorte de desconcertados "liberales"
Álvaro Vargas Llosa |
La película "La sociedad de los poetas muertos" de 1989, dirigida por Peter Weir y que consolidó actoralmente a Robin Williams, giró alrededor de la frase acuñada por el poeta romano Horacio, "carpe diem", que significa "toma el día", en el sentido de aprovechar el momento, sin perder tiempo.
Pero ciertos intelectuales han asumido una interpretación distorsionada del carpe diem y lo han convertido en un "aprovecha la ocasión, a cualquier costo, sin que importe nada". Son intelectuales que pululan por nuestra política como "poetas muertos": como zombis, narradores de cuento, más bien, pero huecos, sin contenido. Apareciendo fantasmales cada tanto, para alivianar sus ansias de figurar en un medio de comunicación, pero sin posibilidades de entregarnos nada más de valor.
Traigo a la mente estas reflexiones a propósito de las recientes declaraciones de Álvaro Vargas Llosa, quien decidió narrarnos otro cuento que casi ya raya en la ciencia ficción. Quien aprovechó la oportunidad con Toledo primero, y luego con la túnica de "garante democrático" con Humala, apareció esta semana en los medios para "alertarnos" acerca del giro antidemocrático del gobierno de Ollanta Humala. Como alguna vez lo hizo con Toledo, al apoyo público siguió el desenganche, el cuestionamiento y, cuando el momento ya es propicio porque el Gobierno no da para más, convertirse en opositor despiadado y militante.
Descubre recién hoy AVLL, como ya lo hemos sostenido hace muchas semanas, varios de los que sí vivimos en el Perú, que hay "señales" del Gobierno que obligarían a empezar a tomar recaudos. La más reciente, el tufillo de rechazo a la prensa libre y la consecuente amenaza vedada a la libertad de expresión. Que se suma a otras señales, de las que ya hemos hablado en esta columna.
¿Nos reímos a carcajadas o nos indignamos? O sea, Alvarito, tan despierto él, nos quiere hacer el cuento de que recién ve esas señales en el Presidente de comportamiento poco democrático y propio de cachaco antiguo y de coqueteo con el estatismo y el colectivismo. ¿Y no vio esas mismas señales en las campañas electorales de Ollanta Humala de 2006 y de 2011? ¿O es que estuvo demasiado ocupado y ciego por el odio en satanizar y denostar a quienes optaron por cerrar el paso al riesgo que siempre supimos que representaba Humala en el poder?
Indignaciones tardías como las de Álvaro, y su cohorte de desconcertados liberales que lo siguen a tontas y a locas, como zombis, no solo son extemporáneas y oportunistas, sino muestran una suciedad en el juego político tan putrefacta como la que critican en los socialistas que odian. Si Humala hoy representa un riesgo para la democracia y las libertades, es por gente como ellos. La suciedad de los "poetas muertos", aprovechadora, oportunista, "figuretera", cortesana, con todo lo hedionda que es, debe separarse claramente de una auténtica propuesta política liberal que sigue a la espera del momento de hablar fuerte. Esos "poetas muertos", a quienes el odio irracional les ha matado el espíritu, que sigan su camino.