Invictus.
La victoria de Hugo Chávez no menoscaba la performance de la oposición democrática
Chavez-Castro |
El comandante Hugo Chávez revalida la presidencia venezolana haciendo gala del apoyo social de medio país. El chavismo ha consolidado su estructura clientelar y demuestra que es capaz de mover la maquinaria que ha creado diligentemente para asegurar su permanencia en el poder, a pesar del tsunami de la oposición que obtiene dos millones de votos más que en la última elección presidencial. El socialismo del siglo XXI ha generado un Estado chavista, experto en el control electoral y la cultura del subsidio. A pesar del enorme poder de tal Estado servil, el chavismo retrocede, aunque, por ahora, su debilidad no se equipare al hundimiento.
La victoria del presidente Hugo Chávez no menoscaba la performance de la oposición democrática. Venciendo la pequeñez del sectarismo, la polarización ideológica y los apetitos feudales de las diversas regiones, la Mesa de la Unidad ha conseguido un resultado notable e histórico. Esta no es una derrota cualquiera. Capriles Radonski sale reforzado de esta contienda electoral y Chávez es consciente del creciente protagonismo de su Némesis.
Solo una oposición unida y articulada en un movimiento policlasista es capaz de vencer a Hugo Chávez. Solo un bloque opositor con vocación de unidad permanente en el tiempo podrá desmontar las hipotecas que el Estado chavista ha impuesto al entramado institucional venezolano. Solo una concertación de liderazgo corporativo, generosa en el reparto de poder y sin ánimo revanchista logrará estabilizar el país y recapturar el voto social que el chavismo ha fidelizado gracias a su estrategia clientelista. La estrategia electoral que debe implementarse ante las elecciones regionales de diciembre tiene que rescatar esta tendencia de síntesis que ha llevado a los demócratas a mejorar su posición electoral cómo nunca antes desde que se inició la larga era chavista.
Mientras tanto, el comandante-presidente puede susurrarle a sus seguidores, arrobado por las mieles del triunfo, aquello que el caudillo Páez, tres veces presidente de Venezuela, le dijo a Santander allá por el año 1822: "Yo he sido uno de los altos representantes acostumbrado a obrar por sí [...] yo mandé un cuerpo de hombres sin más leyes que mi voluntad, yo grabé moneda e hice todo aquello que un señor absoluto puede hacer en sus Estados". Sí, él ha hecho todo eso. Y continuará haciéndolo, aunque cada día que pasa, genere más resistencia entre los amigos de la libertad.
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