Fuente/Source: Diario Correo 03.02.2013
El silencio de los corderos
La sospechosa compra de una casa por casi cuatro millones de dólares por parte de la suegra del expresidente Alejandro Toledo ha generado una doble sorpresa.
Primero, porque exlugartenientes peruposibilistas coinciden en que la mencionada señora no tiene el perfil de una persona suficientemente adinerada como para hacerse de esa propiedad. Segundo, porque, a diferencia de lo que sucede en otros casos, la resonancia tanto mediática como a nivel de políticos y autoridades, que normalmente saltan hasta el techo para atisbar el más mínimo indicio de corrupción, ha sido un silencio manso, de corderos asustados.
No me interesa hurgar entre las billeteras y las sábanas de los demás. Pero ante un hecho de esta magnitud, lo menos que corresponde es usar el mismo criterio que el que se aplicó a gente a la que hasta se le abrió huecos en sus jardines para verificar si habían escondido dinero sucio. Por lo menos, debiera merecer una investigación, como en los casos de cualquier expresidente. Lo cual no significa acusarlo. Simplemente pedirle aclarar el tema, con fundamentos documentarios.
El comunicado del expresidente a través de una página web es, por decir lo menos, una falta de respeto a esa democracia que dice haber defendido. Porque además de no presentar ninguna cifra, con supina arrogancia culmina su "descargo" diciendo que ya no va a hablar del asunto. ¿Ah sí? ¿Y si lo llama una comisión investigadora del Congreso como la que se le montó a Alan García? ¿O él es un ciudadano de distinta categoría que todos los demás? El silencio para apelar al olvido no le jugó bien en el pasado, cuando manejó pésimo el caso de su hija. Mientras más pase el tiempo, más sospechas levantará.
Sin sociedad de iguales ante la ley, no tendremos país civilizado. La política no es terreno de santos. Y menos en el Perú. ¿Por qué entonces hemos de silenciar las presunciones de corrupción de unos mientras gritamos a los cuatro vientos las de otros? ¿O es que en este país basta constreñir las sospechas de tropelías a los que las izquierdas sanas y sagradas definen como "aprocomunicorefujimontesinistas" para automáticamente lograr el estatus de santidad?
Hace tiempo desconfío de los fariseos del golpe de pecho para pregonar su virtud. Los corderos no son tales. Menos aún inocentes. Son lobos en el disfraz de corderos a los que ya no les va quedando el traje.